Hola a todos:
En esta publicación quiero ahondar en las desigualdades de
género que existen en una profesión que se desarrolla mayoritariamente por las
mujeres: la enfermería.
El 84,4% de los profesionales en enfermería son mujeres, mientras
que los hombres representan solo un 15,6% de ellos. Es, por tanto,
una profesión desarrollada mayoritariamente por las primeras. Sin embargo, esta
profesión no está exenta de desigualdad.
Las desigualdades en este ámbito laboral se dan tanto por las
características inherentes a esta profesión como por la construcción social con la que se ha configurado a la idea de la mujer ¿Cómo es esto?
Las grandes desigualdades son originadas por la turnicidad,
nocturnidad, y los sistemas muy jerarquizados. Esto, unido al rol que desarrollan las mujeres en el ámbito doméstico
por tener que realizar todas o casi todas las tareas del hogar, hace que las
enfermeras sean más propensas a sufrir estrés y una peor salud mental.
La construcción social que se ha realizado de las mujeres desde la
infancia es un factor que ha influido directamente en esta desigualdad. Desde la infancia,
la sociedad nos ha transmitido que las mujeres son las que deben cuidar de la
casa, realizar todas las tareas del hogar y cuidar y proteger a los hijos.
Todas estas enseñanzas han propiciado que la enfermería sea ejercida mayoritariamente
por las mujeres, que realicen dos veces el mismo rol y que su salud mental
empeore más que la de los hombres: las mismas enfermeras que ejercen la labor
de cuidadoras de enfermos en el hospital, ejercen también el rol de cuidar de
los hijos y del hogar.
El estrés no sería la única desigualdad entre hombres y mujeres
que practican la enfermería. Otras desigualdades son las del absentismo, difícil
promoción laboral y un menor sueldo.
Algunas de las soluciones podrían ser las de reducir el
número de horas que deben trabajar los enfermeros/as, fomentar la contratación e incrementar el número de mujeres que ocupan puestos de responsabilidad en el hospital. También se deberían implantar medidas de conciliación laboral, como incrementar
la flexibilidad en los turnos. Sin embargo, los cambios se producirían con más
celeridad si los hombres que conviven con ellas o sus jefes, fueran conscientes
de estas desigualdades e implantaran cambios en el ámbito familiar y laboral.
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